El Imperio Nuevo Hitita (1380–1200)
Cuando Subiluluima (1380–1346) llegó al poder el país se hallaba en una situación delicada. En poco tiempo transforma la situación interna y luego somete al reino de Kizzuwatna, incorporándolo al reino hitita. Luego ataca a los pequeños reinos sirios vasallos de Mitanni y los conquista, así como algunos egipcios que atravesaba serios problemas internos con la herejía de Akhenatón (1364–1347). Finalmente se apoderó de todos los territorios mitanios al oeste del Eufrates y puso a este reino bajo su influencia.
Subiluliuma puso en los reinos de Aleppo y Karkemish a dos de sus hijos, mientras que en las ciudades sirias que se habían sometido espontáneamente permanecieron las dinastías locales (Ugarit, Amurru) que firmaron tratados de vasallaje.
Mursil II (1345–1315) debe hacer frente a una grave crisis cuando los territorios sirios se sublevan. Los egipcios aprovechan la situación y Horemheb (1333–1305) choca con los hititas pero es rechazado, aunque conserva Palestina. Mursil II restablece el orden en Siria, realiza cambios de dirigentes locales y firma varios tratados. En el oeste de Anatolia se enfrenta al reino de Arzawa (que mantenía una situación de dominio sobre los otros reinos de la zona) y logra finalmente el control de todo el oeste. En el norte, el territorio gasga sigue fuera del control hitita.
Durante el reinado de Muwatalli (1315–1296) Salmanasar I (rey de Asiria) invade el reino de Mitanni y este reino pasa a la órbita asiria bajo el nombre de Hanigalbat, pese a la ayuda hitita. El Eufrates se convierte en la frontera entre ambos imperios. Egipto también se recupera y vuelve a disputar el control de Siria. Se produce la batalla de Qadesh que marca un virtual empate entre ambos imperios.
A la muerte de Muwatalli se desencadena una crisis dinástica, y finalmente accede al trono su hermano, Hatusili III (1289–1265) quien cambia la política exterior y firma un tratado de paz (1258) con Ramsés II. Esto representa un éxito para Hatti porque se reconoce su igualdad con Egipto, algo impensable para los faraones de
Durante el reinado de Tudhaliya IV (1265–1235) los asirios anexan directamente el territorio de Hanigalbat bajo Tulki-Ninurta I. Estalla la guerra, aunque no llega a amenazar seriamente al imperio hitita.
Pero en los 40 años siguientes la situación se vuelve caótica. Toda la zona siria queda bajo la influencia del reino delegado de Karkemish, por la consolidación de privilegios concedidos cuando la situación no era grave. En anatolia el sistema de alianzas se quiebra. El gran rey se mantenía porque estaba sostenido por la lealtad de todos sus súbditos y vasallos, y cada uno de estos contaba con el apoyo del rey hitita. Pero cuando el rey pretende lealtad de sus súbditos, pero no existe contrapartida, esta obligación ya no es fruto del interés mutuo y se resiente. El país, exhausto por el esfuerzo de mantener el control sobre extensos territorios, el vaciamiento interno y una grave crisis internacional llevará a la desaparición de este imperio, hacia el 1200.
Quizá el vacío demográfico tenga que ver con las causas de la caída del imperio, y no podemos atribuir la destrucción de Hattussas a los pueblos del mar ya que se encuentra muy apartada de su aparente ruta de acción. Quizá hayan sido los frigios, que cuando vuelve a haber documentación se encuentran instalados en el antiguo país de Hatti. Cuando se desmorona el estado hitita, en el vacío demográfico de Anatolia central se introducen con mayor facilidad algunos pueblos llegados desde occidente, mientras que los luvitas e hititas del sudeste logran sobrevivir por algún tiempo.
Tratados:
El modelo de imperio comercial característico del III milenio (Akkad, III Ur), no se puede aplicar al imperio hitita. El imperio se mantiene unido por una red de relaciones de subordinación. El estado hitita amplia a sus relaciones exteriores los mismos principios que rigen las relaciones internas. Es fundamental el juramento personal que vincula al rey pequeño con el grande.
El rey hitita se compromete a mantener en el trono al pequeño rey fiel y a transmitirlo al hijo designado como sucesor. Por su parte, el pequeño rey se compromete a pagar un tributo anual, proporcionar tropas y devolver a los fugitivos. Los reinos importantes como Kizzuwatna y Mitanni obtienen algunas concesiones (como no pagar tributo) pero no son tratados paritarios. El único es el firmado con Egipto. Este es único en su género y es la reutilización de los tratados paritarios con los estados anatolios del siglo XV, que luego pasaron a estar subordinados.
El tema de los fugitivos (esclavos, deudores, delincuentes, oponentes políticos) es muy importante. En el caso de los esclavos, miles de prisioneros son conducidos desde las zonas vencidas para llenar los vacíos demográficos que se crean constantemente en la meseta central del territorio hitita (Frigia y Capadocia).
Dentro de la justificación ideológica de la monarquía hitita es muy importante demostrar tener la razón. Quien tiene la razón obtendrá la victoria porque contará con el apoyo de los dioses y demostrará, al vencer, que tiene razón. Estos son mensajes de autojustificación de un rey que tiene grandes problemas domésticos (entre su propia familia y con los reinos vasallos)
En el ámbito militar, el rey encabeza personalmente las grandes campañas que pueden darle notoriedad internacional. Esta función militar está relacionada con los ideales heroicos, cuando el rey (que pertenece a la aristocracia militar) tiene que demostrar a la población y a sus posibles rivales, que es el mejor y más valiente guerrero.
En el ámbito religioso, el rey concentra en la capital los cultos locales y debe peregrinar por las localidades periféricas para reafirmar su función de sacerdote de todos los cultos del reino.
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