quarta-feira, 29 de junho de 2011

CIUDAD DE UR

El texto abajo, el escriba Valdemir Mota de Menezes ha leido en el sitio:http://www.biblioteca-tercer-milenio.com/genesis/Apuntesde-Historia-De-Mesopotamia.htm

III Dinastía de Ur (2111– 2003)

El rey de Uruk, Utu-Hegal (2116–2110) se enfrentó al ejército del último rey guti Tirigan y lo derrotó hacia el 2116. El dominio guti se desvaneció y tras su victoria, Utu-Hegal se adueñó de las ciudades mesopotámicas. Sin embargo fue pronto suplantado por el ensi de Ur, Ur-Nammu (211–2094). Este ya no se considera rey de ciudades-estados sino de unidades políticas consolidadas. Se denomina rey de Sumer y Akkad.

Administración:

Las ciudades pierden su autonomía y los ensi son designados por el rey. Los reyes de la III Dinastía de Ur se divinizan, pero esto ya no es un hecho heroico sino que es administrativo y de culto.

Los reinos anteriores tenían capacidad de centralización y subordinación pero no gestionaban directamente los recursos. Ahora los reyes de Ur pretenden controlar los recursos de todo el imperio que ya no está dividido en reinos tributarios sino en simples provincias.

Un elemento importante de su labor organizativa es la publicación del primer código de leyes del que tengamos noticias. No sabemos si hay que atribuirlo a Ur-Nammu o a su sucesor, Shulgi. Se trata de administrar la justicia de forma sistemática y estable. Además se redacta un catastro.

El gobierno de la III Dinastía de Ur contribuye a convertir a la Baja Mesopotamia en una entidad cultural unida y se consolida la idea de que sólo puede haber una realeza (lista real sumeria).

Economía: Se produce una crisis en los asentamientos menores como causa de las incursiones de los amorreos y los guti, que afectan a las aldeas más que a las ciudades amuralladas. Esto provoca la concentración de la población en los centros urbanos.

Además, el tipo de propiedad rural y la gestión de las tierras pertenecen fundamentalmente al estado-templo que cuenta con las prestaciones en trabajo ya no de los aldeanos libres sino de una clase de asalariados sin propiedad.

El comercio sigue siendo encarado bajo el sistema de agentes comerciales que deben rendir cuentas al estado y está dirigido al abastecimiento de materias primas que faltan en la metrópoli.

Política Exterior: La capacidad del imperio de Ur para consolidar su núcleo interno contrasta con su escaso poder en las regiones que lo rodean. Shulgi trata de ampliar su dominio más allá del núcleo Sumer-Akkad, a fin de tenerlo bien protegido y de recuperar el control de las rutas comerciales. Conquista Susiana pero no el resto de Elam y realiza campañas en el norte contra las zonas de lengua hurrita y los montañeses de los Zagros (los lullubi o los guti). Los sucesores de Shulgi deberán mantener el frente del norte y además controlar el frente occidental. En esta zona, la desaparición del estado eblaíta dejó un vacío de poder que favorece la propagación de tribus nómades semitas (no son montañeses como los guti o los lullubi sino pastores de la estepa) llamados martu (o amorritas). Para esto construyen una muralla y precisamente también por esta época en Egipto se construyen los muros del rey, a fin de hacer frente a los nómades de Siria-Palestina que presionan en dos frentes a las áreas de mayor concentración agrícola. Assur, pese a estar fuera del muro, se encuentra plenamente integrada al imperio y es gobernada por un ensi. El control de esta zona es necesario para poder llegar a comerciar con Anatolia.

Caída de la III Dinastía de Ur: durante el reinado de Ibbi-Sin (2027–2003) se produce una gran invasión amorrita que provoca el fin de esta dinastía. Uno de sus gobernadores, Isbi-Erra (2017–1985) se apodera de Isin y logra convertirse en el heredero de esta dinastía. La interpretación teológica de esta caída atribuye el desastre a una decisión de los dioses, que una vez tomada no se puede cambiar, pese a que no existían motivos para castigar a los gobernantes de Ur, ya que a los ojos de los sacerdotes y escribas, ésta respondía mucho mejor que la de Akkad a las expectativas de justicia y buena administración del país.

La llegada de los amorritas supone un quiebre político y cultural que permite la ascensión del elemento acadio (que desde ya hacía tiempo que prevalecía en toda mesopotamia central y baja, mientras que el elemento sumerio es residual) imponiéndose el acadio como lengua escrita y relegando al sumerio a un pale de lengua culta y de tradición religiosa y literaria. La vieja simbiosis sumerio-acadia es reemplazada por una nueva simbiosis acadio-amorrita.

Crisis de la Segunda Urbanización:

En Anatolia, hacia el 2300 se produce una fractura cultural con una gran serie de destrucciones seguidas de abandonos generalizados. Una segunda fractura (hacia el 2000) marca el inicio del Bronce Medio.

En Siria tiene lugar un proceso paralelo de crisis de la urbanización y la penetración de elementos nómades. En la meseta irania se reproduce el mismo cuadro hacia el 2200. Las zonas de urbanización más intensa como la Susiana permanecen al margen de la crisis.

Esta crisis, pese a responder a motivos de dinámica interna (como el exceso de explotación del territorio, gran concentración de los recursos por parte del palacio y de las ciudades, etc.) que quizá se agudizaran por cambios climáticos. Esta crisis afectó a las zonas cuya urbanización no cuenta fácilmente con excedentes de alimentos. En cambio la llanura mesopotámica se libra de la crisis.

En un marco de recursos escasos es probable que se den luchas políticas enconadas. Como ejemplo tenemos que el enfrentamiento acadio con sus rivales occidentales (Ebla) y orientales (Elam) es una disputa por el control de los circuitos comerciales y el acceso a las materias primas (sobre todo metales) pero conlleva una importante destrucción de las infraestructura agrícolas y urbanas que puede colapsar el sistema político.

La excesiva concentración de la riqueza en los palacios hace que el sistema esté muy expuesto, como consecuencia de la destrucción de los centros de decisión.

En este marco de espacios abiertos y vacíos políticos, es más fácil la infiltración de grupos procedentes de áreas fuertes social y lingüísticamente (semitas e indoeuropeos). Finalmente aparecen nuevamente estrategias de explotación más sencillas y lentas y los antiguos centros urbanos son reemplazados por aldeas y grupos de pastores, aunque en algunas zonas esta reconversión dura poco tiempo y la recuperación es rápida.

La crisis de finales del bronce antiguo provoca la decadencia de pueblos que no son semitas ni indoeuropeos, y que habían estado vinculados con las grandes culturas del Bronce Antiguo: sumerios en la Baja Mesopotamia; elamitas en el sur de Irán; hurritas en la Alta Mesopotamia; y prehititas en Anatolia Central.

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