quarta-feira, 29 de junho de 2011

DIFERENCIA ENTRE EL VESTIDO DE LA MUJER Y DEL HOMBRE

El escriba Valdemir Mota de Menezes he leído este artículo sobre las costumbres orientales en el trabajo: Usos y Costumbres de las Tierras de la Biblia de Wight Fred

DIFERENCIA ENTRE EL VESTIDO DE LA MUJER Y DEL HOMBRE

La ley de Moisés prohibía al hombre usar vestido de mujer, y la mujer usar el vestido del hombre (Deut. 22:5). Entre los árabes beduinos de Palestina hay un gran cuidado en que cualquier no imite la manera de vestir del otro. Un día un viajero descubrió a un hombre que se había puesto un vestido de mujer para hacer un trabajo pesado. Había sido alquilado para ser guía, pero tenía mucho cuidado de que ninguno de sus paisanos lo viera con traje de mujer, y se escabullía tan pronto como podía para ponerse las ropas de hombre.











La diferencia entre el vestido del hombre y el de la mujer se debe notar cuidadosamente. El vestido de la mujer se diferenciaba más del detalle que en clase. Debemos suponer que en cada caso sus vestidos eran un poco más bien acabados. Sin duda que las túnicas eran más largas, capas más largas, que la generalidad. Y si así lo hacían, puede decirse que tenía todo el derecho para ello, porque ellas sólo hacían sus propios vestidos, sino también los de sus señores.

El velo era la característica distintiva del vestido de la mujer. Todas las mujeres, con excepción de las criadas y mujeres de baja condición de vida, usaban el velo. Las mujeres, por lo general nunca se lo quitaban, a menos que estuvieran en presencia de los sirvientes y en muy raras ocasiones. Esta costumbre ha prevalecido entre los orientales hasta la época moderna. Cuando viajan, las mujeres echan hacia atrás el velo sobre la parte trasera de la cabeza, pero si ven que se aproxima un hombre, lo vuelven a su posición original. Así Rebeca, cuando vio que Isaac se aproximaba a su camello en la caravana, se cubrió la cara con el velo (Gen. 24:64, 65).

Cuando la mujer está en su casa, no habla a un huésped sin antes ponerse el velo y en la presencia de doncellas. No entran en la cámara del huésped; más bien, permanecen de pie a la puerta, haciendo saber al sirviente lo que desean (véase 2 Reyes 4:12,13). Es conveniente recordar que las prostitutas no usan velo. Hoy, como en tiempos antiguos, tanto las vírgenes como las mujeres casadas pueden verse llevando el velo en las tierras bíblicas. Las costumbres antiguas no se observan estrictamente por algunas mujeres musulmanas, porque actualmente van sin velo.

Aun cuando la costumbre era que las mujeres usaran un velo que cubriera completamente la cabeza, cuando estaban en público, esta costumbre no se guardaba estrictamente entre las mujeres hebreas. Se les daba más libertad que la que se permitía a las mujeres árabes.

Los egipcios vieron el rostro de Sara (Gen. 12:14). Cuando estaba orando, Elí "vio moverse su boca" (1 Sam. 1:12). Cuando una mujer se bajaba el velo, estaba estrictamente prohibido a cualquier persona levantárselo, pero ella estaba en libertad para hacerlo si así lo deseaba. Jesús dijo: "Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mat. 5) La Escritura indica que las mujeres algunas veces exponían su a la vista.

Las solteras eran siempre más idóneas para cubrirse el velo que las mujeres casadas.

La cofia de las bethlehemitas tiene bastante interés y nos da sobre las costumbres bíblicas. Constaba de dos partes. Primero había lo que podía llamarse una cachucha alta en cuyo frente cosían hileras de moneda de oro o de plata. Tenía que ser una honrosa circunstancia la que le hiciera compartir con alguien sus monedas. Si ella perdía una de ellas, quería decir que se atraería a mal por la pérdida, y se consideraba como una gran vergüenza, pues, la mujer de quien Jesús nos habla en Lucas 15:8.10, sólo había perdido una dracma que podía usarse para adquirir algunos artículos, sino que había perdido una parte de lo que su ornamento y que era también su dote. Se hacían reflexiones sobre su carácter. Segundo, estaba el velo que era una pieza grande quizá dos metros y como de uno y fracción de ancho.













Se ponía sobre la cachucha de una manera que cubriera toda la cofia, con excepción de las monedas. La mayor parte de estos velos se fabricaba de lino grueso blanco. Algunos son bordados, mientras que están completamente cubiertos con trabajo de aguja.

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