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Los orientales tienen mucho cuidado de lavar sus manos antes de la comida, y piensan que la manera de lavar sus manos los occidentales en el agua ya sucia por sus mismas manos, no es muy limpia, y es vergonzoso. El criado o quien tome su lugar, vacía el agua sobre lãs manos que han de lavarse, mientras éstas se mantienen sobre el lavamanos. Estos tienen uma cubierta cóncava con agujeros, de manera que el agua sucia se escurre por ellos y así queda fuera de vista. La manera de comer sin cuchillos, tenedores y cucharas, hace que sea muy necesario lavarse las manos. Que esta manera de lavarse estuvo en boga en tiempos de los profetas, se demuestra de la manera como Eliseo era caracterizado por los siervos del rey "Aquí está Eliseo hijo de Saphat, que daba agua a manos a Elías. (2 Reyes 3:11).
Eliseo había servido como criado a Elías, y vaciaba el agua para que su amo se lavara las manos. Esto era parte importante de sus obligaciones. Cuando los fariseos decían de los discípulos de Jesús, que éstos comían sin lavarse lãs manos (Mat. 15:1, 2; Marc. 7:1-5), era por el largo ceremonial que tenían de lavarse las manos, y de ello hablaban. La jerarquía judía de aquellos días dio un mandamiento positivo como había
de hacerse la ablución. No era pues una ley de Moisés sino una tradición de los ancianos. Jesús rehusó sancionarla como regla que debiera cumplirse. No era la costumbre de lavarse las manos antes de comer lo que Jesús objetaba, sino la autoridad que los rabíes reclamaban para orientar al pueblo exactamente sobre lo que debían hacer.
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